LA CONTEMPLACIÓN INFUSA

Sor Luisa Maria Rodamilans

                 

 

              EL COMIENZO

               Empiezo con mucha ilusión de ir alcanzando del Señor avanzar en mi vida espiritual, ser humilde y las demás virtudes que se necesitan para poder ir llegando a la vida de perfección, por puro amor a mi Dios Amor. Mi vida quiero que sea el Amor de Dios, y si muchas veces no lo he hecho por tu Amor, Dios mío, perdóname y tómalo como si lo hubiera hecho solo por tu Amor.

               Soy débil Señor, pero a pesar de ello, quiero ser completamente tuya, sin Ti nada soy,

               Ayer, viendo un cuadro del Sagrado Corazón de Jesús, en el que estaba nuestra santa hermana Margarita María de Alacoque, del pecho del Señor salían unos rayos que iban a parar a Margarita María. Cuando lo estaba mirando, se desviaron los rayos hacia mi pecho. Sentí entonces la presencia de Jesús en mi interior deliciosamente. Tuve que estar un rato con gran recogimiento, el cual me lo producía los rayos que sentía en mi interior.

               Al día siguiente tuve una oración muy profunda y de mucho recogimiento, con un coloquio precioso con mi Dios Amor. Yo me veo la misma nada para estas cosas, pero el Señor me suele decir: Las gracias que he dado a otros, también te las puedo dar a ti.

               El Papa a las almas contemplativas nos dice que tenemos que amar a Dios, pero sobre todo dejarnos amar de Él. Dejar que Dios se goce animándonos, y gozar nosotras de ese amor. Cuando nosotros decimos amar a Dios y que le damos todo, poca cosa le damos y casi podríamos decir que nada, pero Dios es Amor, y dejarse amar de Él, es tormento para el alma y el cuerpo, un tormento que por nada ni nadie cambiaríamos, un tormento que nos mata y que nos hace vivir una vida tan dichosa y feliz que nada en la tierra podría darnos. Como diría Santa de Jesús: “Muero porque no muero”. 

               Señor, veo la táctica y la técnica que se pueden tener para llegar a tener oración. La jaculatoria -esa corta saeta de fuego dicha con amor y constancia- es un medio poderoso para llegar a tu Corazón del Señor y mantener tu Presencia en nosotros.

La ascética es llegar a la perfección cristiana por medio de una vida de mortificación, mientras que la mística es experimentar la Presencia de Dios en el alma, poseyendo entonces el Don de Sabiduría que es gustar las cosas divinas. Sin embargo, en nuestra caminar hacia la perfección, ambas están mezcladas, no se da la una sin la otra, pues ambas se ayudan entre ellas y nos fortalecen. El guerrero lucha con su espada, gasta su vigor y su fuerza hasta la extenuación, hasta la muerte si fuera necesario, por eso valora la dulzura de una dedada de miel dada por el Amor, Amor que busca y que es la causa de su lucha y su esfuerzo.

               

 

               LOS MEDIOS

¿Cuando vamos a la oración para hablar con nuestro Dios Amor, que necesidad tenemos de libros, teléfonos, tabletas, o cualquier otra industria que nos mantenga entretenidos? 

               Cuando voy a ver a un amigo y me pongo a hablar con él, cuando estoy con él, no necesito ningún libro, ni aparato, ni nada que no sea su atención y la mía, los dos nos bastamos, somos amigos y la finalidad es estar juntos, conversar, y tantas cosas que la verdadera amistad requiere y premia, como confiar nuestros secretos, nuestras preocupaciones, nuestras alegrías, nuestras expectativas y tantos otras cosas santas y buenas. 

               Si a Dios le conociéramos y le amásemos de verdad, todas esas industrias que llevamos a la oración, al rato diario de estar con Él en el Sagrario, con Nuestro Jesus Hostia, o en nuestro sitio favorito de recogimiento como nuestra recámara, un sitio secreto nuestro en la montaña, o en lugar en donde sea, en el que nos encontremos a gusto y con El, no las usaríamos, es más, serían para nosotros un estorbo, porque el Amor es Amor, y reclama Amor. El Señor lo quiere todo de nosotros, y nosotros también lo queremos todo de Él. No se conforma con un poco, busca nuestra miseria, que es lo que somos, y cuando la ve, se lanza sobre nosotros como un ave de presa, llenándonos de amor, de Él mismo que se nos da en arrebato divino de Dios por su mísera creatura, a la que ama como si no hubiese otra, aplicándola todos los méritos de su dolorosa Pasión, como si solo fuese ella el fin de sus inmensos Dolores y Padecimientos. Y la llama esposa, y de sus labios divinos, el alma escucha su nombre, y desfallece enamorada. El alma, poca cuenta se da de lo que ocurre entre Dios y ella. Y duermen nuestros sentidos,  como duerme el alma en nosotros en su espera de nacer a la eternidad, pues si sintiese estas acciones divinas, por poco que fuera, moriría de gozo por sentirse así amada por Dios.

               Señor, veo como se puede llegar a tener oración, esto es, amandote  mucho y que este amor haga que nuestras obras sean hechas con mayor perfección, por puro amor a Ti, y así darte nuestro amor, sin buscar otra cosa que no seas Tú. No buscar tus dones, solo a Ti. Y si los recibiese, aún de no haberlos buscado, tomarlos con agradecimiento, pues son dones tuyos, inmerecidos, saber que nos los has dado por tu Bondad.

               La oración, sus dones, sus luces, sus intimidades, todo lo que recibimos de Él, son gracias gratuitas que nos quiere dar, y nos lo da por Amor. Somos servidores de Dios, y estamos obligados a servirle lo mejor que podamos, por puro amor a Él mismo. Así que, toda dádiva es gratuita, dada por su Bondad, como la oración. No podemos quejarnos de nada, sólo ir recibiendo las luces que Dios nos quiera dar. Pueden ser estas de sus intimidades, de sus atributos, de su amor a las almas, ya nos dé a gustar sus amores y delicadezas, que solo Él sabe y puede dar. Hay veces que en una hora el alma recibe más de Dios, que otras veces en varios días de oración, pues como es algo gratuito de Dios, lo da a quien quiere, cuando quiere y como quiere. Lo que sí podemos hacer nosotros, es disponernos con nuestra vida de perfección, para que Dios pueda obrar según su voluntad. Y nosotros ser muy agradecidos, ser muy humildes a todo lo que sea la Voluntad Divina. Nuestra Madre Santa María, nos enseñará a ser humildes: “Porque vio la humildad de su Esclava…” Hemos de tener siempre en cuenta que nada nos llega de parte de Dios si no es a través de la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Y cuantos santos a través de la vida de la Iglesia han tomado a San José como padre y señor suyo. Si están nuestra Madre Santa María y nuestro padre San José, nuestra vida interior, nuestro avanzar en la perfección, se hará infinitamente más fácil y seguro. Recordemos a Santa Teresa de Jesús y su San José Parlero, una imagen de este padre nuestro que velaba por el convento y decía a Santa Teresa todo lo referente a sus hermanas que afectaba a las a su vida de perfección, como defectos, inclinaciones, peligros y un sinfín de cosas que el enemigo siembra en sus rebañitos.

               Leyendo a Santa Teresa sobre el Cantar de los Cantares, dice: “Béseme con el beso de su boca, porque más valen tus pechos que el vino”. Puede referirse a la Llaga de su Costado. Así, el alma embriagarse con la Sangre de Cristo, pues su Sangre vale tanto, que con nada se puede comparar. Así el alma, con esto que dice del “bésame”, queda en la Paz de Cristo, embriagada en su Divino Amor.

               

               ADORAR A DIOS EN ESPÍRITU Y EN VERDAD

               El hombre se distingue particularmente de los demás seres, en que lleva en él una zona interior de soledad, que es el lugar de encuentro con el Absoluto y Trascendente, esto es, con el Padre, con Jesús, el Hijo, y con el Espíritu Santo, la Santísima Trinidad. Por esa interioridad es superior al Universo entero. A estas profundidades de si mismo retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda escrutador de los corazones, y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino. En este espacio de soledad es donde Dios espera al hombre para el diálogo.

               Cuando el alma intenta entrar en diálogo con el Señor, lo primero que tiene que hacer, es vivificar la Presencia del Señor, después de dominar y recoger sus facultades. El demonio nos tienta para que no podamos recogernos para la oración con distracciones, pensamientos, preocupaciones y un sinfín de obstáculos de toda clase, da vueltas y nos molesta en el preciso momento de la oración. El Señor la recoge sin ella pensarlo ni procurarlo y la hace sentir su Divina Presencia. El alma entonces, en ese dulce recogimiento, se encuentra hablando con Dios amorosamente. Aquí cesan las preocupaciones y las distracciones. Nada molesta, nada la estorba, está en una completa paz con su Dios Amor.

               Y para esto mucho influye como nos preparamos, hay que desechar todo lo que nos quite la paz. Sin paz no puede haber recogimiento en la oración. En la paz se encuentra a Dios.

               Creo que muchos métodos para hacer oración estorban. Lo que hace falta es tener una conciencia pura, tranquila, llena de santa paz interior y exterior, dejando a un lado todas las preocupaciones que hacen imaginación de vueltas y nos quiten la paz. 

               Dios mío quiero amarte en verdad y para llegar amarte como yo quiero, tengo que renunciar a muchas cosas. Estoy dispuesta a ello, pero ayúdame con tu gracia .mi Dios Amor. Sé que estas renuncias me llevarán a muchas humillaciones, desprecios, vencimientos costosos, pero para todo cuento con tu Gracia y Amor, sin ella nada soy, bien lo sabes Tú, mi Dios Amor.

               Es que quiero ser tuya por puro amor a Ti, y si para ser tuya tengo que pasar por una vida llena de humillaciones, contradicciones, dificultades ... estoy dispuesta a ello mi Señor, pero repito como siempre que cuento con tu Gracia y Amor.

               Por eso te digo que soy débil Señor mío, que yo no falle en mis deseos, ten compasión de mí. Dame fortaleza para sufrir todo lo que tu quieras y conformidad con tu Divina Voluntad. Que te ame siempre con puro amor, mi Dios Amor, que sea tuya siempre Señor. Que sepa desenvolverme en todo momento dándote mi amor, por dificultoso que sea lo que se me presente. Con ello quiero darte amor puro, Señor mío, mi Dios Amor. 

               Que mi lucha sea siempre para darte amor, y con este luchar te de más amor, y más amor, y puro amor. Que sea humilde Señor. Y para todo esto me encomiendo a nuestra Madre, María Santísima, y a nuestro Padre y Señor San José, ellos me consigan y me enseñen a darte mi más fino y puro amor.

 

               PAZ PARA EL ENCUENTRO

               La paz es única para poder encontrar a Dios, porque en esta paz interior y exterior es donde le encontramos. Sin esta paz es dificilísimo encontrarle. Por eso debemos trabajar por tener esta paz que depende de nosotros. Y si de verdad amamos a Dios, encontraremos la paz, y con esta, a Él.

               Cierto es que por cualquier cosita nos inquietamos y perdemos la paz que necesitamos para encontrarnos con Dios. Por eso tenemos que hacer un vacío completo, exterior e interior. Al hacer este vacío, nos encontramos que nada nos preocupa. Es entonces cuando tenemos esa santa paz que necesitamos para poder encontrar en nuestro interior, en el fondo de nuestras almas, a Dios, que nos espera lleno de amor.

               Por eso, a mí me gusta al empezar la oración, pedir perdón a Dios de todas mis faltas, hasta de las mas pequeñas. Así, con esa pureza, sin preocupación ninguna, con esa santa paz, procuro recogerme, si el Señor no me recoge antes. Así empieza mi oración.

               Hay veces que el Señor recoge mi alma al comenzar, otras veces en la mitad de la oración. Si el Señor no me recoge, procuro hacer la oración meditando o estando amorosamente con Él.

               ¡Dios habita en mi alma. El se deja sentir en mí. El sentir su Divina Presencia, con nada se puede comparar!

               “Cuando se siente a Dios, el alma sabe con certeza que es Dios. Al sentirle le veo aunque no le vea. Al sentirle me habla, aunque no le hable. Al sentirle, se da a entender, sin decir nada”.

               Es una presencia divina que se ve, que se oye, se entiende sin decir nada, sin ver nada, todo en silencio, pero entendiendo todo exactamente. Y todo es en ese recogimiento interior que Dios pone al alma, donde Él habla sin hablar, se deja oír sin ruido, se deja entender sin palabras.

               En este silencio divino, donde todo es amor, todo se hace por amor, y con amor. El alma después de este encuentro de silencio con Dios, sale transformada, fortalecida, como nueva, es otra. Dios la ha dicho en su silencio:

 

               ¡Si me siente con amor

               es porque te amo!

               ¡Si sientes que me recreo en tu alma

               es porque eres agradable!

               ¡Si me siente en tu alma

               es porque me posees!

 

               Nunca me gusta decir lo que doy a Jesús, eso es cuenta nuestra. Todo lo que haga por amor a El mismo, estoy obligada. Soy sierva suya, para eso me ha creado, para amarle, servirle y darle gloria. Pero si me gusta escribir las delicadezas que Dios tiene para las almas que le aman, o que quieran amarle. Y sobre todo si le aman con puro amor a El mismo.

               

               ¡Dios es Amor!

               ¡El vencimiento es Cruz!

 

              Estando, haciendo la visita, pensando que en estos días no he tenido nada a lo que renunciar y vencerme, estando así distraída en el vencimiento, sentí la Presencia Divina en mi interior muy fuerte, tanto que mi alma quedó muy recogida.

               Siempre se me suelen cerrar los ojos en estos casos, sin pensar yo en cerrarlos, ni darme cuenta de ello. Y así, estando con los ojos cerrados, veía una cruz de tamaño natural, del estilo de las que pinta el pintor Dalí, con el Cristo inclinado hacia delante. Yo lo veía de costado, pero no hacía caso y meneaba la cabeza y cerraba los ojos. Cuando los abrí, no veía nada, y cuando se me volvían a cerrar, otra vez veía el crucifijo, pero un poco más de espaldas. En esto oigo que me dicen:

               “El vencimiento es Cruz”

               

A mi entender fue, que el vencerse siempre cuesta, y que cuanto mayor es el vencimiento, más nos cuesta y es mayor cruz.

               Por la noche al ir a rezar el rosario, al comienzo, pensaba en cuanto me gusta llevar las manos limpias al ir a Misa. Pensando esto, otra vez volví a sentir la Presencia Divina, que me dejó recogida con mucha suavidad. Se me cerraron los ojos como me suele pasar, y vi una Sagrada Hostia con mucha luz. Entonces oí que me decían: “Soy el mismo que recibes”

               Creo que esto me lo dijo para que no dude cuando siento ese dulce recogimiento, y que piense que es Dios mismo. Me veo tan miseria. Pero el Señor me dice que piense en su Misericordia.

               ¡Gracias por todo mi Dios Amor!

 

               Escribo estas cosas, para que se vea como trata Dios a las almas que le quieren amar. No me trata así por lo que soy, pues yo me veo miseria, la misma nada. Y cuanto más veo la majestad de Dios, más nada me veo.

               Pero Dios tiene sus delicadezas con quien quiere, y cuando ve un alma, que es muy pequeña y que quiere amarle, Él la coge en sus Brazos y la mima como un padre ama y mima a su hijo pequeño.

               ¡Dios es todo Misericordia!

 

               Dios, en estos toques sustanciales que da a mi alma amorosamente, me llena de Él, soy feliz en Él, porque mi felicidad es Él mismo. En esa felicidad gozo de Él, porque Él es mi gozo, mi vida, Él es la vida para mí.

 

BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN PORQUE ELLOS VERÁN A DIOS

 

               Pienso que esta es una de las principales virtudes que necesitamos para ir a la oración, al encuentro con Dios. Jesús dice en el Sermón de la Montaña, cuando enumera las Bienaventuranzas: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”. Jesús llama dichosos a los limpios de corazón, a esas almas limpias, de corazón sencillo, sin doblez, almas humildes, transparentes, que dejan ver hasta el fondo su limpieza de corazón.

               Un corazón limpio no tiene motas, las cuales son nuestras imperfecciones, no tiene manchas, las cuales son nuestras faltas, no tiene impurezas, pues sus acciones son puras.

               El limpio de corazón refleja a Dios en sus obras limpias, en su convivencia, en su mirada pura, en su conversación sencilla y sin doblez, en su porte sin altivez, en su andar sin obstinación ni orgullo, en su mirada humilde y veraz, pudiendo decir los que le van: ¡En esta alma se refleja Dios!

               Procuremos tener limpieza de corazón para que en nuestras obras reflejemos a Dios. Vayamos a la oración con un corazón limpio y humilde. Esto nos dará la paz interior y exterior que necesitamos para encontrarnos con Dios.

               Al llegar aquí, se comprende que ya hemos hecho todas las renuncias y vencimientos que necesitamos para este encuentro con Dios Amor.

               Si amamos a Dios con esa limpieza de corazón que El quiere, entonces las renuncias y los vencimientos y todo lo demás por costosos que sean, los haremos gustosos, pues le damos algo de amor a Dios y le demostramos que le amamos de verdad.

               Sin esa limpieza de corazón, la oración no puede dar fruto, pues el encuentro con Dios no ha sido como tenía que ser.

 

¡Yo quiero amarte mi Señor

con un amor puro,

con esa limpieza de corazón

con la que Tu quieres que te ame

y que nos dices en las Bienaventuranzas!

¡Quiero amarte Señor

con un corazón sin motas ni repliegues!

 

               Pensemos en lo que debemos hacer para llegar a tener esa limpieza de corazón que Dios quiere de nosotros, y hacerlo. Si tenemos esa limpieza de corazón, iremos a la oración, al encuentro con Dios, con esa santa disposición, y si es su voluntad, nos mostrará su Rostro.

 

¡Que llegue a ver tu Rostro Señor!

¡Gracias por todo mi Dios Amor!

 

 

 

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